Madrugar con el lugar, verlo desperezar. Observar cómo se despierta, agiliza su accionar.
Caminar, caminar mucho. Quedarme en una esquina sin tiempo y ver a la gente pasar. Contemplar cómo el sol abraza de una manera singular, contorneando unicidades y haciéndolas brillar.
Las sombras se alargan medida que el sol se va. Se diluyen y aletargan rogando no desaparecer en la oscuridad.
Llega la noche. Aminoro la velocidad. Ahora son ráfagas de vida las que veo pasar.